Blog

Mi ansiedad:mi monstruo

17 diciembre, 2015 carmen ansiedad, miedo, Sin categoría

90eb3972db82bea687bd4965d15c7d94

La ansiedad es un monstruo que se alimenta de nuestra adrenalina.
En realidad, la ansiedad es un monstruo que vive y se alimenta de adrenalina. Cuando algo nos avisa de que hay un peligro, como cuando bajamos por una escalera mucho más empinada de lo que esperábamos, realizamos una descarga automática de adrenalina y el monstruo de la adrenalina que estaba dormido se despierta y hace que de forma automática nos agarremos a la barandilla y así nos ayuda a no caernos. Nos damos cuenta de que tenemos el monstruo dentro y que se ha quedado, porque mientras digerimos la adrenalina todavía le queda alimento para vivir y seguimos sintiendo ansiedad.

El cuerpo recupera su nivel normal de adrenalina y el monstruo hiberna cuando pasa un tiempo sin que veamos un nuevo peligro.

¿Pero qué pasa cuando es el propio monstruo el que nos da miedo?
Cuando es el propio monstruo el que nos da miedo y luchamos para echarlo del cuerpo, para que desaparezca de inmediato, la lucha nos lleva a hacer otra descarga de adrenalina. El monstruo, encantado porque tiene más alimento, crece y se hace más amenazador, nos dice cosas terribles como eres un inútil, no haces más que ir de fracaso en fracaso, mírate, eres incapaz de conseguir que alguien te quiera, y toda una interminable lista de improperios dañinos… El truco está en aceptar al monstruo en nuestro cuerpo y no hacer nada para que se vaya, la clave está en no luchar, entonces dejaremos de darle alimento y el monstruo hibernará de nuevo.

¿Son mis sensaciones fiables?
Si toco el ordenador en el que estoy escribiendo, lo siento y tengo el total convencimiento de que existe y es real. Nuestras sensaciones son el criterio más fiable que tenemos de la realidad. Podemos extrapolar el criterio a nuestras sensaciones internas. Si tengo una sensación de que me voy a morir o voy a perder el control o me voy a volver loco o…, puedo llegar a la misma conclusión: es real y totalmente cierto que va a ocurrir porque lo siento. Si, además, me comporto como si fuera totalmente real, puedo generarme un problema importante.

Había un leñador que vivía con su mujer. Un día frío de invierno se levantó y le comentó a su esposa que había pensado que estaba muriéndose, que sentía que ese día iba a morir y que no podía saber si era verdad o no. La mujer le contestó: “¿Tienes las manos calientes? ¿Y la cabeza también? Déjate, pues, de rollos y vete a trabajar”. El leñador salió a su trabajo y, según iba llegando se dio cuenta de que sus manos estaban frías. “Estoy muriéndome”, pensó y sintió. “Entonces no puedo trabajar”. Se sentó a esperar y notó que su cabeza también estaba fría. Según pasaba el tiempo se sentía más frío y sentía más cerca su muerte. “Es cierto que me estoy muriendo y siento que no tengo ganas de hacer nada” y con el frío, cada vez tenía menos ganas de moverse, por eso se quedó muy quieto sentado.
Al cabo de un rato aparecieron unos lobos que se acercaron a él. El leñador pensaba: “como estoy casi muerto, no puedo hacer nada” y se quedó quieto. Los lobos finalmente le atacaron y, efectivamente, murió.

El problema no es tener la sensación de que vamos a morirnos, sino comportarnos como si fuera totalmente cierto porque, como el leñador del cuento, acabaremos lográndolo.
Como consecuencia de la metáfora del monstruo de la adrenalina podemos concluir que en nuestro cuerpo tenemos dos mandos de control. En el mando 1 pone “Control de nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones”; en el mando 2, “Compromiso con nuestros valores y objetivos”. Si manejamos el mando 1, lo único que conseguimos es aumentar nuestro sufrimiento. Cuando manejamos el mando 2, podemos alcanzar nuestros objetivos y además puede disminuir nuestro dolor.

Deja una respuesta