La sociedad está plagada de numerosos conceptos erróneos sobre la conducta suicida en los que es relativamente fácil caer. Éstos mitos no ayudan en nada a la personas o a sus familiares, es más, entorpecen la prevención de dicha conducta y por lo tanto deben ser eliminados para poder afrontar de forma eficaz este grave problema.
Mito 1: Preguntar a una persona si está pensando en suicidarse, puede incitarle a hacerlo
Está demostrado que preguntar y hablar con la persona sobre la presencia de pensamientos suicidas, disminuye el riesgo de cometer el acto. Recomendación: preguntar y escuchar a nuestro familiar o amigo sobre sus pensamientos y emociones relacionadas con la conducta suicida aliviará su tensión. Es muy importante que adoptemos una disposición de escucha auténtica y respeto, lo que le indicará que nos preocupa y que deseamos ayudarle. Discutir y/o minimizar estas ideas es una actitud equivocada.
Mito 2: La persona que expresa su deseo de acabar con su vida nunca lo hará
Con frecuencia, la mayor parte de las personas que han intentado suicidarse, previamente expresaron su intención con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta. Éstas verbalizaciones NUNCA deben ser consideradas como un alarde, chantaje o manipulación de la persona para la obtención de un fin determinado.
Mito 3: La persona que se quiere suicidar no lo dice
De cada diez personas que se suicidan, nueve expresan claramente sus propósitos y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida. Es importante saber que sólo un escaso número de suicidios se producen sin aviso. La mayoría de los suicidas dan avisos evidentes de sus intenciones. Es muy importante que si detectamos que nuestro familiar se encuentra en una situación de riesgo suicida le preguntemos sobre ello. Por consiguiente, deben tomarse en serio todas las amenazas de autolesión.
Mito 4: El suicidio es impulsivo y la mayoría de los suicidas no avisa
El suicidio puede ser el resultado de un acto impulsivo repentino o de una planificación muy cuidadosa. En ambos casos, casi siempre existen signos directos o indirectos, verbales o no verbales, pistas o advertencias de riesgo suicida. Es errónea pensar que no podemos hacer nada para prevenir la conducta suicida. El suicidio y/ o sus intentos, en muchas ocasiones se pueden prevenir y es por ello muy importante que aprendamos a detectar las señales de alerta de riesgo inminente, y que conozcamos cuáles son los factores que reducen o incrementan su aparición.
Mito 5: Sólo las personas con problemas graves se suicidan
El suicidio es multicausal. Muchos problemas pequeños pueden llevar al suicidio, además, lo que para unos es algo mínimo, para otros puede ser algo catastrófico. Si valoramos desde nuestro punto de vista lo que para otros puede ser grave o menos grave, puede llevar a no que infravaloremos el dolor que están padeciendo.
¿Qué hacer ante una situación de riesgo?
Cuando una persona detecta en su familiar una o más señales de alerta deberá poner en marcha distintas estrategias preventivas.
Tener disponibles unos teléfonos de emergencia o ayuda; es muy importante que contemos con el apoyo de los distintos agentes preventivos: médicos, psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales, familiares y amigos. En caso de riesgo llamar a los Servicios de Emergencias Médicas, acudir a Urgencias del Hospital más cercano, ponerse en contacto inmediato con su especialista de referencia e informar a las personas más cercanas de la situación que está atravesando su familiar y de la importancia de darle apoyo.
Limitar el acceso a posibles medios lesivos; hay que tener presente que las personas suelen utilizar aquellos medios letales que son accesibles y más conocidos. Por ello se recomiendo retirar de su entorno todo tipo de material susceptible de ser utilizado potencialmente con finalidad suicida. Mantener un control sistemático en el acceso que nuestro familiar pueda tener a cualquier tipo de fármacos (la ingesta medicamentosa es uno de lo métodos más utilizados en las tentativas autolíticas), nunca deberá tomar más medicación que la pautada por su médico.
No dejarle solo: involucrar a las familias y a los amigos; los sentimientos de desesperanza, la impulsividad y el aislamiento social son factores que combinados multiplican el riesgo de suicidio y sincronizan la acción. El aislamiento impide que una persona pueda expresar su estado emocional a otra que le pueda proporcionar una visión más ajustada y realista sobre sí mismo y sus circunstancias. Es muy importante no dejar solo a nuestro familiar o amigo y ponerlo pronto en contacto con los Servicios de Salud Mental., y una vez valorado por estos servicios, acompañar a nuestro familiar, manteniendo un contacto emocional cálido, sin ser invasivos, trasmitir esperanza y ayudar a bajar el nivel de estrés de las situaciones interpersonales, ofreciéndole percepciones de las cosas diferentes.
Recordad que, una vez dado de alta, el riesgo de suicido puede continuar. Muchos suicidios se producen en una fase de mejoría, cuando la persona tiene la energía y la voluntad para convertir sus pensamientos desesperados en una acción destructiva.
No obstante, una persona que alguna vez haya tratado de suicidarse no tiene por qué estar necesariamente siempre en riesgo. Los pensamientos suicidas pueden reaparecer, pero no son permanentes y en muchos casos no vuelven a reproducirse .
Buen post. Un saludo
Muchísimas gracias Esther! Un abrazo.