La autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos, es el concepto que tenemos de nuestra valía en relación con los demás y con nuestro entorno. Una autoestima alta y sana consiste en saber y sentir que uno es VALIOSO.
La construcción de la autoestima comienza en el nacimiento
La autoestima del niño no depende sólo del amor que sus padres sienten por él, depende de que él sienta ese amor. Por eso es tan importante que los padres transmitan a sus hijos el amor que sienten por ellos de todas las maneras posibles, a través de las caricias, hablándoles con un tono de voz cariñoso, a través del juego, con la mirada, con la sonrisa, con abrazos y por supuesto con la palabra. Decir te quiero es fundamental para ayudar a crear una autoestima fuerte y sana.
Si llegamos a adultos con una autoestima baja es nuestra responsabilidad trabajar en ello para sustituirla por una autoestima positiva. No importa cómo se formó o quienes son los «culpables».Nuestros padres hicieron lo que pudieron o supieron hacer. Ahora somos nosotros quienes tenemos la opción de cambiar.
Si queremos hacerlo, podemos lograrlo.
¿Qué hacer para mejorar mi autoestima?
A medida que vamos comprendiendo y aprendiendo del mundo que nos rodea, adquiriendo experiencias que nos muestran cómo nos enfrentamos a las situaciones y de ahí, cómo nos definimos a nosotros mismos vamos dando forma a nuestra autoestima. Cada etapa aporta impresiones, sentimientos e incluso, complicados razonamientos sobre el Yo. El resultado es un sentimiento generalizado de valía o de incapacidad, es decir de autoestima.
En primer lugar es necesario que reconozcas la importancia de tener una autoestima alta en tu vida, es decir las ventajas que supone interactuar con el mundo desde una postura de valía y no desde el victimismo. En segundo lugar es importante que detectes el tipo de diálogo interno que mantienes contigo mismo. Si llevas años mandándote mensajes de perdedor, de desvalido, de inútil, de autocompasión…estoy segura que has creado día a día un personaje anodino, pusilánime, maleable, dependiente, incapaz decir no, con dificultad de disfrutar de los aspectos positivos que la vida te brinda y de tus propios logros porque boicotear tus momentos de felicidad anticipando desastres o revisando una y otra los fracasos pasados te mantienen en una inseguridad vital permanente que te tiene amargado o preocupado.
Nuestros pensamientos y la manera de enfocar las cosas, determinan nuestra autoestima y nuestras emociones. De ahí que sea imprescindible detectar los pensamientos negativos y aprender a manejarlos .Lo único que nos impide mejorar, somos nosotros mismos.
La autoestima se construye diariamente con nuestra propia percepción y la interacción con las personas que nos rodean. En muchas ocasiones los demás se encargan de validar o anular la idea que tenemos sobre nosotros mismos, por lo que pueden tener un aspecto positivo constructivo (nos analizamos, validamos nuestras fortalezas, mejoramos nuestros defectos…) y un aspecto negativo destructivo (nos comparamos, aceptamos la crítica sin cuestionar, nos venimos abajo, desciende nuestra autoestima). Aprende a detectar si lo que te dicen es cierto. Si lo es y lo quieres cambiar porque lo consideras una mejora: adelante. Si no es cierto; déjalo correr, no te sientas identificado con el comentario o con la crítica y menos aún, no te lo guardes en tu “mochila”.
Tres áreas a revisar para mejorar la autoestima
1. La relación con nosotros mismos: es fundamental conocernos. Es cierto que ésta frase está muy trillada y como consecuencia pierde fuerza. Conocernos es más complicado de lo que creemos porque somos muy tramposos con nosotros mismos. Estúdiate. Averigua cuales son tus fortalezas, tu potencial, tus necesidades reales, lo que de verdad te gusta (y no lo que crees que queda bien que te guste) Necesitamos conocernos para después aceptarnos y conseguir amarnos incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr objetivos, para poder hacer cambios necesarios.
2. La interpretación del pasado: lo sucedido a lo largo de nuestra vida nos influye, cada experiencia cuenta, cada hecho y cada persona aporta su grano de arena en la concepción que tenemos sobre el mundo y sobre nosotros. Por lo que la relación que tengamos con nuestro pasado, presente, y planes de futuro influirá en cómo somos actualmente, y en cómo nos valoramos. Párate a pensar éstas preguntas: ¿Cómo cuentas tu vida? ¿Cuál es tu carta de presentación? ¿Comparto más mis fracasos que mis éxitos? ¿Soy capaz de ver el lado bueno de las cosas? ¿Tus experiencias dolorosas condicionan tu presente? ¿Eres capaz de sacar un aprendizaje de ello? Revive el pasado triunfal, ¿Recuerdas tus logros? ¿Estás orgulloso de ellos?
3. La relación con los demás: Observa qué es tuyo y qué es de los demás. Cuestiónate si los demás llevan razón o no. No des por cierto ni por válido lo que los demás digan de ti sin antes pasarlo por un filtro: tú filtro. Atrévete a recibir lo que hay bueno para ti, todos tenemos derecho a experiencias positivas sin desconfiar o ponerlas en cuarentena por considerarlas “anormales para nosotros”.
En definitiva, la autoestima está compuesta por una serie elementos modificables, aquí te he expuesto brevemente algunos. Ahora el RETO lo tienes tú.