¿Elegimos deliberadamente a una pareja? ¿Una posible pareja nos elige? ¿O es el azar el que se encarga de unir a dos personas?
Probablemente no haya una respuesta que se ajuste a todos los casos. Lo cierto es que a Cupido lo pintan como un niño revoltoso, insensato, caprichoso que lanza sus flechas a diestro y siniestro con los ojos vendados, con mala puntería y a veces peor criterio.
¿Qué es lo que hace que entre todos los asistentes a una fiesta una mujer detenga la mirada en un hombre, sólo en ése, y no en el que estaba sentado a su lado?
A lo largo de mi experiencia he observado que algunos estilos de relación se repiten con una precisión sospechosa. He visto a mujeres y hombres salir maltrechos de una relación desastrosa y encaminarse con paso firme a otra relación de las mismas características.
Les he visto sufrir a más no poder gracias a alguien que les quería muy mal, y pretender curarse del mal de amor junto a otra persona exactamente igual a la anterior, una copia calcada y por supuesto obtener los mismos resultados. ¿Cómo se cae en esa repetición? ¿Qué especie de imán maldito ejerce su poder para acercar una y otra vez al mismo tipo de hombre o de mujer?
Cuando esta situación se da…¿elegimos al peor o elegimos “al mejor”?
Me explico; con frecuencia escucho a alguien que “dice” que quiere una cosa y sin embargo la veo “hacer” todo lo que puede para obtener otra, completamente diferente.
Por ejemplo, imaginemos que Susana mujer de treinta y muchos años, que repite una y otra vez: <<Yo lo único que quiero es casarme y tener una familia>>, y, sin embargo, pasa más de doce hora en la oficina, trabaja hasta los fines de semana y hace muy poca vida social.
¿Qué quiere realmente Susana? ¿lo que dice que quiere o lo que hace para conseguir lo que tiene? ¿A qué parte de ella hay que creer? Pues a las dos, porque ninguna miente.
Cuando personas con este tipo de conflicto acuden a terapia descubren los motivos que les llevan a comportarse de la misma manera errática una y otra vez. Averiguan qué es lo que está actuando como “bloqueo” para conseguir lo que dice que quiere tener.
Identificado el bloqueo, la repetición interminable de las malas elecciones se acaba porque aprendemos a ver las diferencias entre lo que quiere tu parte adulta y lo que quiere tu parte infantil. Son las decisiones tomadas desde la “Susana Niña” las que le han llevado tener una serie de comportamientos que le alejan de su objetivo de adulto (tener familia y formar una familia) y sin embargo le satisfacen plenamente sus necesidades de niña, que en este caso es demostrar al mundo entero y en concreto a su familia que “Ella podía sola”. Susana es la pequeña de seis hermanos y su máximo interés (sin ella ser muy consciente) consiste en demostrar a todos los mayores que ella puede sola. Con total seguridad, puedo decir que ese comportamiento de trabajar mucho y tener poca vida social son las respuesta a las necesidades de la Susana Niña y el querer tener una pareja con la que formar una familia corresponden a la Susana Adulta.
La cuestión es, que hasta que estás dos “Susanas” no resuelvan su conflicto se repetirá una y otra vez la misma historia de malas elecciones.
Y tú… ¿Estás cometiendo el mismo error una y otra vez?
Si la respuesta es SI, te aconsejo que te tomes tu tiempo y te fijes en lo que haces, en cómo es tu vida, en cómo organizas tu tiempo, en cómo eliges tus trabajos, a tus amistades…y fíjate en si tu comportamiento te acerca o te aleja de tu objetivo.
El ejemplo que he puesto es un supuesto imaginario del mundo de la pareja, sin embargo éstas “contradicciones” entre nuestro yo Niño y nuestro Yo Adulto se dan en todos los ámbitos de nuestra vida.
La clave es: ¿Están en “sintonía” tu parte Niña y tu parte Adulta? ¿Quieren lo mismo?