“Érase una vez una ranita que vivía en una olla de agua fría. Esta olla estaba en un rincón de una confortable y acogedora cocina bien surtida. La rana vivía feliz y contenta, rodeada de comodidades. Hasta que un día alguien llegó, y puso la olla en el fuego. La rana, que no era tonta, sabía lo que esto significaba. Se acabó la comodidad. Ahora tendría que marcharse y encontrar otro lugar dónde vivir. En un tiempo, el agua empezaría a hervir, y de no salir de allí, moriría hervida. ¡Qué horror! Tenía que salir a la aventura, abandonar su vida de confort, y buscar un nuevo lugar para vivir. Pero pensó: “Bien, de momento acaban de encender el fuego y el agua todavía está fría. De hecho aún tardará el agua en empezar a hervir. No hace falta que me preocupe ahora mismo. Tengo un tiempo para pensar y seguir quedándome aquí.” Y así fueron sus pensamientos sucediéndose mientras la temperatura del agua se fue elevando, suavemente, hasta que al final pasó lo que tenía que pasar. El agua llegó a su punto de ebullición, muriendo, la perezosa ranita, hervida en su confortable hogar-olla.”
El síndrome de la rana hervida es común a todas las personas, pocos o más bien nadie, escapa al hecho de adaptarse a una situación que supone un malestar.
Esta fábula está basada en una ley física real:
Si la velocidad de calentamiento de la temperatura del agua es menor de 0,02 º/minuto la rana se queda quieta y se muere al final de la cocción. Mientras que a mayor velocidad de calentamiento la rana salta y escapa.
Lo que viene a concluir que si echamos una rana en una olla con agua fría y lentamente vamos calentando el agua puede llegar a hervir y morir sin darse apenas cuenta de ello. En cambio si echamos la rana al agua ya caliente, ésta pegará un salto evitando el peligro.
Es curioso que de no haber estado dentro del agua, probablemente ni tan siquiera hubiera entrado en la olla, ya que hubiera notado el líquido demasiado caliente. Pero al estar dentro, y empezar a cocerse tan lentamente, sus sentidos no fueron capaces de alertarla de lo que le sobrevenía.
Muchas veces nos sucede lo que a la rana de la fábula, nos adaptamos a algo que nos parece beneficioso, no atendemos a lo que los demás nos puedan enseñar u ofrecer mediante su perspectiva, nos acomodamos sin preguntarnos lo que queremos, nos engañamos a nosotros mismos para crear una situación confortable que nos es real, evitamos y escapamos de lo que nos está produciendo un malestar profundo.
Cuando un cambio se introduce de forma lenta en nuestras vidas, escapa de nuestra conciencia, sin que nos preparemos para dar una respuesta o una reacción a una situación que se va volviendo peligrosa, incómoda e insostenible. Nos quedamos sin los recursos necesarios para poder afrontarla una vez que tomamos conciencia. Las consecuencias desagradables aparecen y ya estamos débiles para poder hacerles frente por sí solos. Y cuando el sufrimiento se manifiesta, resulta tan evidente y desagradable que de inmediato no queda más remedio que atenderlo, tomar consciencia e intentar resolverlo. Muchas veces cuando llegamos a este punto las consecuencias se han vuelto totalmente en nuestra contra, y el esfuerzo que requiere controlar la situación es tan grande que nos derrumbamos, acabamos hervidos, como la rana.
Tenemos la tendencia a tener que constatar en nuestras carnes que se cae el mundo, para reaccionar. Existe también la tendencia a solucionar problemas nuevos, con soluciones viejas, aunque existan otras mejores. Seguir haciendo lo mismo, cuando queremos un resultado diferente.
Cambia el chip y podrás afrontar cambios que parecen imposibles:
Por tanto, seamos amables con nosotros mismos, asumamos la situación, e intentemos conseguir los cambios que nos proponemos.
Muchas veces lo que parece resistencia de la persona es falta de claridad. Propuesta: Decide dónde quieres ir.
Muchas veces lo que parece pereza del individuo es agotamiento. Propuesta: Ten motivaciones durante el camino. Prémiate con cada “etapa” finalizada hasta llegar a la meta.
Muchas veces lo que parece un problema de la persona es un problema de la situación. Propuesta: Allana el camino, o cambia el entorno o las circunstancias que te rodean.