Si hago memoria y recopilo información, teniendo en cuenta la información que los pacientes me cuentan, las confidencias con las amistades y los dimes y diretes familiares, creo no confundirme al afirmar que el tema de “pedir disculpas” trae cola. A nadie le es extraño la sensación de haber metido la pata, de haberse equivocado o de haber hecho daño a alguien. La respuesta más obvia para enmendarlo es disculparnos, pero a veces no es fácil saber cómo, a veces la otra persona no se toma bien la disculpa o a veces la disculpa no es lo suficientemente buena. Hoy vamos a dar unos consejos para que cada uno pueda dar la mejor disculpa posible, maximizando la probabilidad de enmendar el problema y recuperar el punto previo de la relación con la otra persona.
Disculparnos porque me he comportado mal: primer error
El primer error viene del impulso que nos lleva a disculparnos, muchas veces cuando pregunto en consulta por qué pides perdón la respuestas son del tipo: “Porque he hecho algo malo”, “porque me he equivocado”, “porque es lo más maduro”, “porque la situación lo requiere”… son buenos motivos pero no están en consonancia con lo que la disculpa pretende conseguir.
Antes de disculparnos debemos saber que si la otra persona se ha ofendido, enfadado, herido, frustrado, decepcionado, etc.… Nuestro propósito debe ser eliminar esos sentimientos de la persona, devolverle su equilibrio emocional y conseguir su perdón. Y de manera secundaria la disculpa nos ayudará a nosotros a sentirnos mejor y tener menos culpa.
Las disculpas realizadas por convención social, y no sinceras ni empáticas no suelen ser tan exitosas como las que de verdad miran por la otra persona. Si la disculpa falla es porque probablemente lo hacías por ti y no por la otra persona, y eso el otro lo acaba notando. Así que el primer paso es ponernos en el lugar del otro, identificar cómo se siente y querer reparar eso. El objetivo principal es conseguir que la persona a la que hemos dañado se sienta mejor.
Ingredientes básicos de una disculpa sincera
Una disculpa es una forma de reparar un daño en una relación social, de asumir la responsabilidad de haber fallado. Es esencial que una disculpa incluya:
1. una frase clara y textual de “lo siento”.
2. expresar explícitamente el arrepentimiento por lo sucedido.
3. Un reconocimiento de que se transgredió una norma social, un pacto, un acuerdo o una expectativa.
4. Una declaración de empatía en la que se cita el impacto de nuestras acciones (responsabilidad) en las emociones de la otra persona. Este es el punto más importante, si la otra persona no se siente comprendida difícilmente nos perdonará.
5. Una petición de perdón que enumere todos los agravios que le hayas podido ocasionar, las emociones negativas que le has causado y las consecuencias, discúlpate por cada una de ellas. Aunque te parezca exagerado, la otra persona ha sentido todo eso y le ayudará saber que tú te has planteado todos los problemas que le has causado, asumes tu parte de culpa y además reconoces y entiendes sus emociones.
Ofrece una compensación
Existe otro componente adicional que puede aumentar la probabilidad de éxito de la disculpa: Ofrecer una compensación, un remedio o un reparo. Compensar a la otra persona por el daño, si hemos roto algún objeto, reponerlo, si hemos faltado a una cita comprometernos a cambio a dejar de lado algún compromiso para compensar ese tiempo, si hemos ofendido a alguien tener un gesto amable y cercano (por ejemplo flores), etc.… Esta técnica solo funciona si la disculpa es sincera y sigue los pasos anteriores, sino te arriesgas a que la otra persona se ofenda pensando que intentas comprar su perdón o que en realidad no entiendes el problema y solo reparas lo visible sin tener en cuenta las emociones.
Es importante tener en cuenta que si el daño es muy grave no caigas en el error de arreglarlo de forma banal, por ejemplo si le has sido infiel a tu pareja o si has destrozado el trabajo de semanas de un amigo no intentes compensarlo con unas flores porque aparte de verlo como un insulto, seguramente acaben volando sobre tu cabeza.
Elabora una disculpa sincera, esa es la mejor. Recapacita, reflexiona, ponte en el lugar del otro, no te pongas a la defensiva si la primera reacción del otro no es la que esperas. Habla de forma cercana y suave, modula el tono de voz y el lenguaje corporal. Sé paciente, comprensivo y empático; puede que la persona a la que has ofendido o decepcionado necesite algo de tiempo para recuperar la normalidad.
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