Durante la fase de seducción, acontece la idealización del compañero y cada miembro exhibe sus mejores atributos. Una vez superada esta fase inicial, cada miembro empieza a mostrarse tal como es. Los esfuerzos por agradar al otro van disminuyendo y así, cada uno deja de parecer tan encantador, tan bello o tan inteligente y empiezan a aflorar los defectos y las manías de cada uno. Además, aparecen factores externos a la pareja que influyen en la relación que hay entre ambos miembros. Ante la presencia de estos factores, ambos intentaran moldear actitudes y hábitos, con la finalidad de propiciar un mejor ajuste a las nuevas situaciones que vayan aconteciendo.
Durante esta nueva etapa pueden comenzar a aparecer sentimientos de aburrimiento y desilusión, pero será también durante esta etapa, donde las parejas con más habilidades van a encontrar el espacio que les permitirá establecer nuevas y sólidas alianzas de unión que van a fortalecer la relación. Es a lo largo de esta etapa cuando se van instaurando nuevos hábitos que favorecen el avance en la relación.
Según cita María Helena Feliu en su libro “Vivir bien en pareja”, algunos de los factores que pueden precipitar el conflicto en la pareja son:
- La presencia de falsas expectativas sobre cómo debería ser la convivencia. Las diferencias personales entre ambos miembros.
- La excesiva dependencia de un miembro hacia el otro.
- Un nivel de autoestima bajo en un miembro de la pareja
- La carencia de habilidades comunicativas
- Poco tiempo de ocio en común y poco tiempo de ocio para disfrutar sin la pareja.
- La interferencia negativa de la familia de origen de uno u otro miembro en la vida de pareja.
Otros factores a tener en cuenta podrían ser:
- Diferencias respecto a la procreación, crianza o educación de los hijos.
- Percepción continuada de falta de equidad. Diferencias en el manejo de dinero.
- Presencia de abuso físico o emocional
- Presencia de necesidades insatisfechas
La falta de compromiso (mantener el compromiso respecto a la pareja como unidad que debe preservarse, será clave para su supervivencia) y la falta de implicación en la dinámica de pareja o familiar pueden ser algunos de los condicionantes que originan y/o mantienen el conflicto de una forma más o menos latente, hasta que la aparición de otros factores desencadenantes ponga claramente en evidencia los problemas existentes en la relación. Algunos de estos factores desencadenantes pueden ser:
- Problemas a nivel económico
- Problemas a nivel laboral
- Presencia de enfermedad
- Lucha de roles
- Problemas relacionados con la sexualidad
- Aparición de una tercera persona (infidelidad emocional o sexual)
- Diferencias acusadas respecto a la evolución o el progreso personal de cada uno de los miembros, especialmente cuando el progreso de uno de los miembros se hace en detrimento del crecimiento personal o profesional del otro.
- Cualquier otro acontecimiento estresante como podría ser un accidente, la pérdida de un ser querido..etc.
¿Qué signos indican que la pareja está en crisis?
Cuando no hay apenas comunicación entre ellos, o cuando ésta tiene connotaciones agresivas (reproches, conductas de evitación en cuanto se plantea la necesidad de dialogo, tono elevado de voz o faltas de respeto). En estos casos, el ambiente en el hogar se vuelve insoportable.
Cuando existe evitación por estar con el otro y el interés por estar con la pareja disminuye notablemente y se prefiere estar en cualquier otra parte antes que estar con él/ella. Cuando hay indiferencia hacia los problemas y la vida del otro miembro. Cuando no hay expresiones de afecto o cuando éstas son muy escasas. Cuando las relaciones sexuales son altamente insatisfactorias para uno o ambos miembros y cuando se evitan los encuentros sexuales.
Cuando ya no sentimos admiración hacia nuestra pareja. Cuando un miembro es incapaz de admirar a su pareja, al menos en algunas áreas determinadas, entonces este miembro va a sentir un alto grado de insatisfacción.
La presencia de algunos de estos signos puede dar lugar a otros problemas como:
Insatisfacción personal generalizada, disminución de la autoestima, infidelidad y /o la aparición de trastornos.
Es importante pedir ayuda a un profesional si tras varios intentos la pareja no consigue solucionar los conflictos y avanzar. Hay un momento en la relación en la que aún es posible adaptarse, cambiar para entender las necesidades del otro y salvar así la pareja.