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En ocasiones ante la presencia de un conflicto emocional las personas recurrimos de manera más o menos involuntaria a una serie de mecanismos de defensa para aliviar el sufrimiento que el hecho en sí nos genera y poder continuar con nuestro día a día.

Sin embargo, no es fácil que podamos resolver lo que nos disgusta, lo que nos hace daño, si nos negamos la realidad con el propósito de no afrontar situaciones y sentimientos dolorosos. Tendemos a distorsionar, disfrazar y negar lo que sucede, lo que sentimos para evitar la ansiedad y el sufrimiento. Son conductas protectoras qué consiguen minimizar el impacto psicológico de un hecho muy desagradable.

Cuando vivimos situaciones muy dolorosas (engaños, decepciones, fracasos, traiciones, etc.) a veces se disparan de manera involuntaria los mecanismos de defensa psicológicos. El problema es cuando vivimos toda la vida sin querer darnos cuenta de nuestras conductas autoprotectoras. Es decir, cuando vivimos continuamente “mirando para otro lado”.

¿Qué sucede cuando “miramos para otro lado”?

Cuando actuamos sin darnos cuenta de las conductas autoprotectoras que utilizamos para no sufrir; paradójicamente sufrimos más. Sin embrago, cuanto mayor es el grado de nuestro autoconocimiento, mejor funciona nuestra vida.

Si queremos cambiar lo que no nos funciona, tenemos que empezar por salir de la negación. Es necesario aceptar y reconocer lo que sucede en el exterior y en nuestro interior ( situaciones amenazantes y estresantes, circunstancias y sentimientos desagradables, necesidades, emociones, rasgos de tu personalidad y conductas no apropiadas, adicciones, dependencias, abusos, etc.)

Aceptar los hechos tal como son, aunque no nos gusten y aceptar tus sentimientos vergonzantes y dolorosos, es un buen principio para generar el cambio. No es tarea fácil aceptar y reconocer los hechos desagradables y dolorosos que hemos tratado de negar, esconder y evitar, pero cuando damos este gran paso, estaremos avanzando el 50% en el cambio y la solución.

Recuerda que para poder cambiar y sanar tu vida es necesario aceptar que a veces no podemos solos y con la ayuda de un profesional es más fácil. Reconocer sentimientos como la envidia, el resentimiento, la ira o el miedo nos cuesta mucho trabajo debido al orgullo y a la vergüenza.

Además imagínate…qué sentirías si reconoces que odias a tu madre o a tu padre, o que ya no quieres a tu pareja… Es un hecho complejo; difícil de procesar. Elegimos negar el sentimiento, vivir en la negación.

Sin embargo con este comportamiento no sólo no evitamos el sufrimiento si no que agrandamos el problema. Desafortunadamente, a veces la familia y la sociedad nos han enseñado que equivocarnos es vergonzoso; recibimos críticas e incluso burlas. El tener problemas y no saber cómo resolverlos por nosotros mismos; o bien pedir ayuda nos hace sentir torpes, fracasados y débiles ante los ojos de los demás. Por lo que preferimos continuar con nuestra aparente vida perfecta y hacemos como si todo estuviera bien.

Las personas se vuelven expertas en la negación y en construirse mundos fascinantes que no tiene nada que ver con su realidad.

Reconocer y aceptar lo negado implicaría sentir culpa, ira, miedo, impotencia…emociones difíciles de afrontar. No es fácil, por lo doloroso que resulta, aceptar el desamor, el abandono, la injusticia, la indiferencia, el maltrato por parte de las personas importantes en nuestra vida. De ahí que digamos “no me duele, no me importa, no es para tanto…” Hacer como que no pasa nada no es la solución; al contrario, el problema crece de manera desproporcionada. Cuanto más “miramos para otro lado” más grande se hace el problema y más compleja la solución.

Párate un momento…piensa…siente si hay un problema que tengas que afrontar; o un sentimiento que tengas que asimilar. Si la respuesta es sí, y sientes que solo no eres capaz; pide ayuda.