¿Eres de los qué funciona a impulsos o de los qué cuenta hasta diez antes de reaccionar?
Os presento a la Amígdala y a la Neocorteza
La amígdala juega un papel importante en el control de las emociones, se la considera el centro clave en el sistema neural de las emociones. Se encuentra en el lóbulo temporal del cerebro (a la altura de los oídos), tiene forma ovoidal y de ahí su nombre procedente del latín que significa «almendra». Sin embargo, una de las aportaciones de la última década más reveladoras sobre las emociones se la debemos a la obra de LeDoux, destacado neurobiólogo de la Universidad de Nueva York, demostrando que existe una segunda reacción, una vez que la amígdala procesa la información recibida; la señal de la neocorteza: el cerebro pensante. Mientras la amígdala trabaja preparando una reacción intuitiva e impulsiva, la neocorteza permite una respuesta más adecuada y correctiva. Esta parece entrar en acción cuando alguien siente miedo o rabia, pero contiene o controla el sentimiento con el fin de ocuparse más eficazmente de la situación inmediata originando una respuesta más analítica o apropiada a nuestros impulsos emocionales.
Imaginemos que vamos a cruzar una calle y que en el instante en que bajamos el pie de la acera pasa a gran velocidad un coche; por supuesto nuestra reacción más inmediata es echar el pie hacia atrás como un movimiento reflejo, en ese instante no puedo valorar, no puedo pensar las distintas posibilidades que podría darme mi mente pensante, esa pérdida de tiempo sería fatal para mi supervivencia. Aquí hemos dejado actuar a la amígdala sin recurrir a la neocorteza; es acertado porque existía un peligro real grave.
Pero imaginemos otro ejemplo, una discusión con el jefe en la que de pronto se desata una tormenta emocional y respondo a sus exigencias diciendo lo primero que me pasa por la cabeza fruto de la ira, desesperación o tristeza, en definitiva de las emociones. En este caso quizá esté cometiendo un gran fallo pues me pueden poner de patitas en la calle y, por supuesto luego viene el arrepentimiento, cómo me he podido dejar llevar por las emociones, debería de haberme controlado. En este caso, más nos hubiese valido contar hasta diez antes de contestar a nuestro jefe o incluso haber salido des despacho dejando que pasen quince minutos para que la neocorteza se ponga a funcionar y la emoción deje paso a la razón permitiendo hacer una valoración de la situación en relación riesgo/beneficio.
Equilibrio entre la Mente Emocional y la Mente Racional
Todos tenemos dos mentes, una mente emocional y otra racional. Todos podemos aprender a gestionarlas para decidir en qué momento permites que actúe una u otra. Ambas son igual de importantes y de necesarias, eres tú quién tiene que elegir cuando usar cada una de ellas. Aprender a controlar los impulsos es fundamental para no tener que ir después arreglando las cosas que por impulsividad nos llevan a “meter la pata” una y otra vez. Hay técnicas muy eficaces que nos ayudan a corregir estos problemas de comportamiento.